domingo, 25 de octubre de 2009

Charly: una fuerza de la naturaleza



Conocíamos el pronóstico: tormentas por la noche. Pero eso no detiene a un romántico irresponsable. Fuimos hacia el estadio de Velez sin paraguas, pilotín, ni abrigo. Así, bien irresponsables. Quizá confiábamos en que no iba a llover o, probablemente, queríamos empaparnos. Y llovió, diluvió. Volvió Charly y fue tempestad.


Después de deambular por las afueras del estadio y de hacer una cola que no era, encontramos la puerta 15. Subimos y nos topamos con unas cintas de seguridad y un simpático personaje que nos explicó que teníamos que ir un par de entradas más a la derecha para llegar a nuestra platea, pero que si le dábamos una propina nos dejaba pasar, justo enfrente del escenario. Se la dimos y pasamos, ya que no queríamos ser estafados sólo en la mitad del mundo, también queríamos ser estafados en nuestro país. Obviamente (ahora) era la misma platea, y para colmo tuvimos que cruzarla toda para tener mejor ángulo y ver las pantallas ¿gigantes?.
Hacía frío y enseguida empezó a llover. Pero salió Charly y nada importó. El recital tuvo mucha fuerza: Charly cantó mucho y bien; Hilda le puso toda la onda; la guitarra de "El Negro" se hizo notar. Supongo que todos coincidimos en que el momento clave fue la subida de Spinetta. Creo que esa versión de Rezo por vos, cuando la lluvia se convirtió en aguacero, será parte de la historia.
Fueron dos horas intensas, a puro salto y gritos, la platea más pilas que vi; estábamos tan mojados que la lluvia no importó, estábamos tan contentos de estar ahí, que sólo Charly importó. Nos sentimos jóvenes (más jóvenes...), y parte de un recital que será mito, que recordaremos siempre.
Los rayos iluminaban la noche, la lluvia nos traspasaba. Volvió Charly y fue tempestad.

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